noria del mar
Muere la tarde.
El viento sopla y pone estrellas en la noria
que da vueltas sin tino en la garganta,
amor que arde,
calor que va y que viene en la memoria.
El pecho vuela
y el vino se atraganta
y el sol ya no anochece, se rebela.
Y es que tu risa
como cuna de nube, como brisa,
hoy se me enciende,
habla lavada,
está inspirada,
y, cuando la miro, me comprende.
Yo te guardaba
un poco de mi niebla con un beso
para tu espalda.
El corazón, doblado por el peso,
no sabía.
Pero quiso aprender lo que podía,
como un papel
escrito por la lluvia:
un cielo que diluvia
por la piel.
Y va pasando el tiempo
y la memoria,
con su aliento pequeño,
es una noria,
un haz de sol norteño,
un trocito pequeño de la historia,
un carrusel tapado
que un ingeniero loco hace girar.
Está agitada,
es un planeta con fiebre de jugar,
como tu risa:
se va sin saludar, pues tiene prisa.
Pero, anochece,
la tarde empieza a morir,
y que otros puedan decir
que ya amanece…
para tirar
un verso al mar… donde… parece…
…un dedo de clavel
que escribe escenas
esparciendo su miel
por las sirenas.
Sobre mis hombros la luna brilla
empapada de luz junto a la orilla.
El viento hace su oficio
avivándome en la cara tu sabor.
Son fuegos de artificio,
son temblor,
son chispas o destellos
que explotan junto a ti
riéndose de mí
por saber de ellos.
Y es que el saber de un verso
recuerda el sabor del mar
con su blando rielar, que huele a beso.
Era una hora tibia con sus flores
trepando muy despacio por la tapia
atando entre sus tallos los colores.
La tarde, sabia,
venía con sus cosas. Mis amores
sentados en las sillas
se peinaban;
las rosas, lidiando con las lilas,
los miraban.
El cava y los amigos, con sus bromas,
perseguían mi sombra por las lomas.
He volcado mis venas de poeta
regando por la mar mi corazón
Desnudo queda el rostro y el poema
dispuesto a germinar con su canción.
Ya crece por la espalda,
se enreda por los brazos,
se agita por el borde de la falda
con sus lazos.
Que amar o haber amado…
es un bautismo, un mar de noria,
un sol de sal, un exorcismo
que siembra por mi cuerpo su victoria.
El viento sopla y pone estrellas en la noria
que da vueltas sin tino en la garganta,
amor que arde,
calor que va y que viene en la memoria.
El pecho vuela
y el vino se atraganta
y el sol ya no anochece, se rebela.
Y es que tu risa
como cuna de nube, como brisa,
hoy se me enciende,
habla lavada,
está inspirada,
y, cuando la miro, me comprende.
Yo te guardaba
un poco de mi niebla con un beso
para tu espalda.
El corazón, doblado por el peso,
no sabía.
Pero quiso aprender lo que podía,
como un papel
escrito por la lluvia:
un cielo que diluvia
por la piel.
Y va pasando el tiempo
y la memoria,
con su aliento pequeño,
es una noria,
un haz de sol norteño,
un trocito pequeño de la historia,
un carrusel tapado
que un ingeniero loco hace girar.
Está agitada,
es un planeta con fiebre de jugar,
como tu risa:
se va sin saludar, pues tiene prisa.
Pero, anochece,
la tarde empieza a morir,
y que otros puedan decir
que ya amanece…
para tirar
un verso al mar… donde… parece…
…un dedo de clavel
que escribe escenas
esparciendo su miel
por las sirenas.
Sobre mis hombros la luna brilla
empapada de luz junto a la orilla.
El viento hace su oficio
avivándome en la cara tu sabor.
Son fuegos de artificio,
son temblor,
son chispas o destellos
que explotan junto a ti
riéndose de mí
por saber de ellos.
Y es que el saber de un verso
recuerda el sabor del mar
con su blando rielar, que huele a beso.
Era una hora tibia con sus flores
trepando muy despacio por la tapia
atando entre sus tallos los colores.
La tarde, sabia,
venía con sus cosas. Mis amores
sentados en las sillas
se peinaban;
las rosas, lidiando con las lilas,
los miraban.
El cava y los amigos, con sus bromas,
perseguían mi sombra por las lomas.
He volcado mis venas de poeta
regando por la mar mi corazón
Desnudo queda el rostro y el poema
dispuesto a germinar con su canción.
Ya crece por la espalda,
se enreda por los brazos,
se agita por el borde de la falda
con sus lazos.
Que amar o haber amado…
es un bautismo, un mar de noria,
un sol de sal, un exorcismo
que siembra por mi cuerpo su victoria.