"De lambrini a Lambrini"
Mi nueva novela en curso, "De
Lambrini a Lambrini", es una historia de familia que va desde las
inmigraciones italianas y españolas a Argentina a principios del siglo XX a las
emigraciones de los descendientes de italianos y españoles hacia sus orígenes
europeos. En la voz de las mujeres de la familia Lambrini se van transmitiendo
esas vivencias de una generación a otra para que las generaciones jóvenes
comprendan, para que sepan de sus raíces y puedan integrarlas en su vida.
Ellas, que viven en sus carnes y en las de sus seres queridos los zarandeos y
espantos, van sorteando horrores, marcados en particular por las brutales
represiones de las juntas militares del 1976 a 1983, símbolo de todas las
dictaduras del mundo, de cualquier dictadura. Así, diciendo la verdad, esas
mujeres van tratando de salvarse y salvarnos como gente buena, gente que merece
vivir feliz y en paz activa y creativa.
Para documentarme sobre los sucesos políticos y sociales de esa época en Argentina, las violaciones de derechos humanos, las torturas, desapariciones forzadas, asesinatos y extorsiones, me empapo de horrores descubiertos a partir de las elecciones generales de 1983, que restablecieron la democracia. Y no puedo parar de llorar.
Pero me he marcado como objetivo hablar de espantos, de cómo la política sucia del poder afecta a las personas y mata nuestra libertad y creatividad, altera nuestras vidas y rompe nuestra humanidad. Y me lo he propuesto porque, aunque algunas personas queramos vivir felices, amemos la libertad y la verdad y creamos en el ser humano y en la chispa de bondad básica escondida en su fondo, la política del poder patriarcal, que es amoral y salvaje en sus planteamientos, sus medios y sus fines, nos machaca. Y por eso quiero denunciarlo tal como es, tal como lo siento y lo comprendo. Y lo hago como suelo hacerlo, con una historia de personajes que, siendo inventados, respiran y destapan la verdad y el dolor con toda su crudeza, buscando ser libres.
En mi batalla por descubrir las desigualdades, que conducen siempre al dolor de los seres sometidos, me veo impulsada a escribir sobre estas cosas que han pasado, a integrarlas en mi vida y en la de quienes quieran leerlas, a través de una historia que simboliza lo que de verdad ocurre en este mundo nuestro real, donde el poder, ayudado por el capitalismo neoliberal salvaje, es capaz de romper, matar y desarticular la vida de las personas a cambio de su propio imperio, para exclusivo beneficio de los poderosos.
Porque sí: el control, el sometimiento, las leyes injustas son los medios que los poderosos usan para someter a la población a su servicio. Y siempre llegan hasta donde las circunstancias se lo permiten. Y no están guiados por el humanitarismo, sino por la codicia. Lo que cuentan las Lambrini son los efectos del poder, señoras y señores. Ésta es la destrucción que los poderosos organizan: vidas rotas, gente que tiene que huir, hambre masiva, pobreza, exclusión, exilio, dolor, muerte... Al fin y al cabo: las personas, dicen los poderosos, son sólo bultos que se acomodarán en su camino...
Por eso, porque amo la vida y porque creo en la bondad de la gente buena, me alineo con las víctimas y reclamo su verdad. Aunque me cueste lágrimas.
La novela estará lista en unos meses. Deséenme suerte, valor y fuerza para llegar al final, gentes buenas.
Para documentarme sobre los sucesos políticos y sociales de esa época en Argentina, las violaciones de derechos humanos, las torturas, desapariciones forzadas, asesinatos y extorsiones, me empapo de horrores descubiertos a partir de las elecciones generales de 1983, que restablecieron la democracia. Y no puedo parar de llorar.
Pero me he marcado como objetivo hablar de espantos, de cómo la política sucia del poder afecta a las personas y mata nuestra libertad y creatividad, altera nuestras vidas y rompe nuestra humanidad. Y me lo he propuesto porque, aunque algunas personas queramos vivir felices, amemos la libertad y la verdad y creamos en el ser humano y en la chispa de bondad básica escondida en su fondo, la política del poder patriarcal, que es amoral y salvaje en sus planteamientos, sus medios y sus fines, nos machaca. Y por eso quiero denunciarlo tal como es, tal como lo siento y lo comprendo. Y lo hago como suelo hacerlo, con una historia de personajes que, siendo inventados, respiran y destapan la verdad y el dolor con toda su crudeza, buscando ser libres.
En mi batalla por descubrir las desigualdades, que conducen siempre al dolor de los seres sometidos, me veo impulsada a escribir sobre estas cosas que han pasado, a integrarlas en mi vida y en la de quienes quieran leerlas, a través de una historia que simboliza lo que de verdad ocurre en este mundo nuestro real, donde el poder, ayudado por el capitalismo neoliberal salvaje, es capaz de romper, matar y desarticular la vida de las personas a cambio de su propio imperio, para exclusivo beneficio de los poderosos.
Porque sí: el control, el sometimiento, las leyes injustas son los medios que los poderosos usan para someter a la población a su servicio. Y siempre llegan hasta donde las circunstancias se lo permiten. Y no están guiados por el humanitarismo, sino por la codicia. Lo que cuentan las Lambrini son los efectos del poder, señoras y señores. Ésta es la destrucción que los poderosos organizan: vidas rotas, gente que tiene que huir, hambre masiva, pobreza, exclusión, exilio, dolor, muerte... Al fin y al cabo: las personas, dicen los poderosos, son sólo bultos que se acomodarán en su camino...
Por eso, porque amo la vida y porque creo en la bondad de la gente buena, me alineo con las víctimas y reclamo su verdad. Aunque me cueste lágrimas.
La novela estará lista en unos meses. Deséenme suerte, valor y fuerza para llegar al final, gentes buenas.