Reclamación
Nosotras, las mujeres,
las que levantamos el dedo para acusar
sin más arma que la voz y nuestra carne,
nos fundimos en la gente
y caminamos a una voz.
Y es esa voz la que marca nuestro ser
o nuestro don de amar
o nuestro estado.
Esa voz nuestra
es la que nos hace escapar
de las leyes que regulan:
aquí, mi cuerpo perseguido, allá, mi pubis mutilado.
Layes que dictan: aquí, cómo debo ser
y allá, me encierran en una cueva.
Pero yo duermo iluminada por la estrella,
una sola, con una luz
que enfoca mi ser a ser como yo quiero.
Por eso salgo a la calle, soy multitud.
Salgo los ochos de marzo y cada día,
por ejemplo, a gritar.
Por ejemplo, grito que mi cuerpo es mío
o que la vida me convoca como quiere y yo decido.
Pero aquí, en mi país, y en todos los países,
es costumbre antigua fusilar la primavera.
Y, por eso me quieren detener y sajar y violar
y obligarme a parir sin deseo, sin besos y sin amor:
a mí, que soy primavera, a mí, que soy la vida y doy la vida,
a mí, que he llenado de calor la historia de la tierra…
las que levantamos el dedo para acusar
sin más arma que la voz y nuestra carne,
nos fundimos en la gente
y caminamos a una voz.
Y es esa voz la que marca nuestro ser
o nuestro don de amar
o nuestro estado.
Esa voz nuestra
es la que nos hace escapar
de las leyes que regulan:
aquí, mi cuerpo perseguido, allá, mi pubis mutilado.
Layes que dictan: aquí, cómo debo ser
y allá, me encierran en una cueva.
Pero yo duermo iluminada por la estrella,
una sola, con una luz
que enfoca mi ser a ser como yo quiero.
Por eso salgo a la calle, soy multitud.
Salgo los ochos de marzo y cada día,
por ejemplo, a gritar.
Por ejemplo, grito que mi cuerpo es mío
o que la vida me convoca como quiere y yo decido.
Pero aquí, en mi país, y en todos los países,
es costumbre antigua fusilar la primavera.
Y, por eso me quieren detener y sajar y violar
y obligarme a parir sin deseo, sin besos y sin amor:
a mí, que soy primavera, a mí, que soy la vida y doy la vida,
a mí, que he llenado de calor la historia de la tierra…