mis personajes, mis historias

Si soy
relatora es porque estoy viva. Inventar historias de seres que, de alguna
manera, se alojan dentro de mí, es reconocerle a la vida un valor y una
presencia que no sólo me emociona, sino que me fabrica cada día desde una
perspectiva nueva.
Así como la poesía se resume en música de la palabra y vivencia íntima del amor, las historias me van construyendo, como si fueran piezas, por ejemplo, ladrillos, para ir edificando mi ser.
Muchas veces, sucede que un personaje me desborda con un grito lanzado adentro de mi oído y me pone en primer plano su relato. Pero, otras veces, tengo que escarbar, buscar en el listín de datos y personas de mi vida, reconstruir memorias, barajar recuerdos como un prestidigitador de salón, para reconocer el conejo blanco que pugna por salir y abrirse camino ante mis ojos.
Entonces, mis dedos teclean sin parar y mis personajes se enamoran de su existencia.
Y, así, nacen. Como galletas salidas del horno con forma y fondo de seres vivos. Y me lanzan a la cara su mensaje, para que los escriba, su vivir, su ser así, sus desafueros, que de ningún modo puedo ignorar y debo descubrir a los ojos de otras gentes.
A través de ellos, mis seres vivos interiores, sale mi propio ser, o mi nada, y se plasma, como yo misma, en momentos que, al atardecer, cuando el sol enrojece, deciden vivir la noche de los cuentos.
Así como la poesía se resume en música de la palabra y vivencia íntima del amor, las historias me van construyendo, como si fueran piezas, por ejemplo, ladrillos, para ir edificando mi ser.
Muchas veces, sucede que un personaje me desborda con un grito lanzado adentro de mi oído y me pone en primer plano su relato. Pero, otras veces, tengo que escarbar, buscar en el listín de datos y personas de mi vida, reconstruir memorias, barajar recuerdos como un prestidigitador de salón, para reconocer el conejo blanco que pugna por salir y abrirse camino ante mis ojos.
Entonces, mis dedos teclean sin parar y mis personajes se enamoran de su existencia.
Y, así, nacen. Como galletas salidas del horno con forma y fondo de seres vivos. Y me lanzan a la cara su mensaje, para que los escriba, su vivir, su ser así, sus desafueros, que de ningún modo puedo ignorar y debo descubrir a los ojos de otras gentes.
A través de ellos, mis seres vivos interiores, sale mi propio ser, o mi nada, y se plasma, como yo misma, en momentos que, al atardecer, cuando el sol enrojece, deciden vivir la noche de los cuentos.