Publican Buenos días, de Marta Abadía, en Centro Poético
Buenos días, alondra, flor, trasiego, silencio, dulzura infinita de la piel, tu piel, que sólo percibo en la fría calidez de la pantalla, cuando la web nos acerca.
Porque es así internet con su conjuro matemático del dos, que se convierte al instante en timbre de pozo hondo, con su eco, y nos acerca las voces y los ojos y me permite acariciar tu cara, besar tu boca, sentir tus manos -que no veo, que me tocan sin embargo- sentir tu piel y tu mirada y saber que lloras por mí -lloro por ti- y nos trae al alma este amor dulce y amargo en la distancia que tanto duele y tanto nos consuela.
Por eso también, porque lloramos y reímos, te digo: buenos días, princesa, amor vidamía, tesoro, buenos días, confusión, remolino, ideas, trabajo, palabras, pensamientos, añoranzas.
Buenos días, desorden de mi alma.
Buenos días, anhelo de verte y de tocarte y confundir en un instante para siempre mis lágrimas y las tuyas, mezclarnos en un arrebato de barro, mezclar toda la piel, o al menos, mezclar en una sola la piel de nuestra cara y nuestras manos juntas.
Buenos días, alondra, flor, trasiego, silencio, dulzura infinita de la piel, tu piel, que sólo percibo en la fría calidez de la pantalla, cuando la web nos acerca.
Porque es así internet con su conjuro matemático del dos, que se convierte al instante en timbre de pozo hondo, con su eco, y nos acerca las voces y los ojos y me permite acariciar tu cara, besar tu boca, sentir tus manos -que no veo, que me tocan sin embargo- sentir tu piel y tu mirada y saber que lloras por mí -lloro por ti- y nos trae al alma este amor dulce y amargo en la distancia que tanto duele y tanto nos consuela.
Por eso también, porque lloramos y reímos, te digo: buenos días, princesa, amor vidamía, tesoro, buenos días, confusión, remolino, ideas, trabajo, palabras, pensamientos, añoranzas.
Buenos días, desorden de mi alma.
Buenos días, anhelo de verte y de tocarte y confundir en un instante para siempre mis lágrimas y las tuyas, mezclarnos en un arrebato de barro, mezclar toda la piel, o al menos, mezclar en una sola la piel de nuestra cara y nuestras manos juntas.